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UN BERNAT I BALDOVÍ, PRIMER REGISTRADOR DE LA PROPIEDAD DE SUECA (VALÈNCIA) [Versión en castellano]

  • antonicarrasquer
  • 19 jun 2024
  • 4 Min. de lectura

[Publicado en

Revista Lunes 4,30, núm. 491, juny 2011]


A finales del año 1861, el Ministerio de Gracia y Justicia eligió a Bernat i Baldoví para que comandara el nuevo Registro de la Propiedad de Sueca que, de acuerdo la Ley Hipotecaria aprobada hacía pocos meses, estaba llamado a sustituir la Contaduría de Hipotecas creada un siglo antes. Pero el referido Bernat i Baldoví no fue Josep, aquel personaje poliédrico autor de El Virgo de Visanteta, entre otras producciones literarias. Él intentó ser el agraciado, aunque sin éxito: su reputación le jugó una mala pasada. Sólo le quedó el consuelo de ver como la persona elegida para el apetecible cargo de registrador era su hermano predilecto, Antoni.

Este suceso, que hemos podido conocer gracias a unos documentos existentes al Archivo Histórico Nacional (Madrid), nos aproxima un poco más a la personalidad de Josep Bernat i Baldoví, a la vez que confirma la perfecta comunión de intereses entre los miembros de su familia.

La Ley Hipotecaria del 8 de febrero de 1861, aún hoy elogiada por los juristas, convirtió las contadurías de hipotecas entonces existentes en todos los pueblos cabeza de partido del Estado español, en un nuevo instrumento técnico que se nombró Registro de la Propiedad, el cual había de encabezar un cargo de nueva creación, el de registrador. La potestad de nombrar los registradores se la reservaba el Ministerio de Gracia y Justicia, previa convocatoria pública para cubrir las plazas vacantes, la solicitud de los interesados y los respectivos informes de los regentes de las audiencias territoriales.

Como la ley establecía que los aspirantes a registrador tenían que reunir determinadas condiciones —ser abogado, haber realizado funciones judiciales o ejercido la abogacía un mínimo de cuatro años, no ser deudor del Estado o institución pública, no estar procesado en ese momento..., eran las más significativas—, y los hermanos Josep y Antoni Bernat i Baldoví las cumplían, ambos decidieron optar al concurso de méritos para ocupar alguna de las plazas que se ofertaban, pero en diferentes demarcaciones. Como no podía ser de otra manera en su familia, los roles estaban pactados.

         Una vez se abrió el plazo para que los aspirantes pudiesen presentar solicitudes, Josep Bernat i Baldoví entregó la suya el 15 de julio de 1861, con la pretensión que le fuera concedida la plaza de Sueca (València), de donde era natural. Para ello, junto a la certificación del expediente académico y la de su paso por el Congreso de Diputados español, adjuntaba diversos avales que le recomendaban “por su moralidad, ilustración y excelentes cualidades”, como afirmaba  el alcalde del consistorio suecano, o por ser “notoria su capacidad, disfrutando por tanto de buen concepto público”, al parecer del juez de Primera Instancia de la misma localidad.

         Un día después, su hermano Antoni presentó los documentos para optar a los destinos de Valencia o Alzira, con las oportunas acreditaciones académicas y laborales, así como las recomendaciones del Gobierno de la provincia de Tarragona y del regente de la Audiencia de Barcelona.

         Pero cuando mes y medio después d. Francisco Vindel, regente de la Audiencia de Valencia de entonces, emitió los informes preceptivos —no sabemos si secretos o públicos— que valoraban ambos hermanos ante el Ministerio de Gracia y Justicia, no tuvo piedad del pretendiente Josep en afirmar que “mientras sirvió en el Juzgado de Catarroja se le hicieron amonestaciones, prevenciones y hasta se mandaron reponer á sus costas causas criminales”, y ponía fin al escrito anotando que “de los informes oficiales que hé tomado de dicho sugeto aparece que es de buena conducta moral y disfruta de buen concepto público. Yo puedo asegurar á Vd. [dirigiéndose al ministro de Gracia y Justicia] que aquel aserto no es exacto, tanto mas cuantos ciertos actos de dicho interesado son públicos y bien conocidos”. Por el contrario, el regente dejó escritos grandes elogios sobre Antoni, como “ser excelente el concepto de que goza, debido á su prudencia, rectitud y laboriosidad [...]. Por todo lo dicho le considero muy acreedor á uno de los registros que solicita”.

Secretos o no los informes del regente de la Audiencia, Josep Bernat hubo de enterarse pronto de sus respectivos contenidos y reaccionó. Viendo que personalmente nada tenía que hacer, pero con el dictamen de Antoni tan favorable, el 30 de septiembre del mismo año presentó otra solicitud para intentar reconducir la situación. La firmaban los dos hermanos pero quien hablaba en primera persona era Josep. En esta nueva instancia, éste rectificaba su demanda inicial, aclarando que él prefería que se concediese la plaza de registrador de Sueca a Antonio porque “ademas de la ventaja de sus merecimientos tan evidente, está desde luego mas apto para el desempeño por razon de la edad”. Y en la parte final de la solicitud, casi sin quererlo, hacía una segunda petición: que le designasen suplente suyo.

Antoni Bernat fue nombrado registrador de la propiedad de Sueca a punto de finalizar el año 1861, mientras que Josep fracasó por segunda vez, ya que consta en los documentos que la persona elegida para sustituir el titular de la plaza fue un hermano común de los dos, también abogado, pero unos cuantos años más joven, Ramón de nombre de pila.

Fuese como fuese, seguramente a Josep no le debió durar demasiado el disgusto ocasionado por estas decisiones ministeriales. Al fin y al cabo, como compacto núcleo familiar que formaban los tres hermanos, todo quedaba en casa. Pero, de manera inmediata, el destino se mostró inmisericorde con la familia Bernat i Baldoví.

         Al poco tiempo de tomar posesión del cargo de registrador de la propiedad de Sueca, allá por el mes de febrero de 1862, a Antonio se le manifestó un grave problema pulmonar que le impidió el ejercicio de la profesión, hasta llegarle la muerte el 12 de septiembre del mismo año, cuando aún no hacía un mes que había muerto su padre, Antoni Bernat Fuster. Estas dos defunciones sumergieron a Josep en un significativo letargo físico e intelectual, del que ya no saldría.

         Tan efímero fue el paso de Antoni Bernat i Baldoví y de su hermano Ramón por el Registro de la Propiedad de Sueca, que hasta ahora mismo no se tenia constancia de la presencia de tan significada familia en los orígenes de esta secular institución, que durante el año 2011 cumplirá ciento cincuenta años.

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